Almudena Cid comparte sus herramientas para avanzar con equilibrio ante los giros de la vida.
En Caminar sin punteras habla de cómo, cuando el centro de tu vida se desmorona, recurrir a su experiencia como deportista de élite la salvó de quedarse esperando a que algo aliviara el dolor. Cuando tuvo que mirar atrás y encontrar el modo de hacer frente al caos, regresaron con más presencia que nunca la disciplina y la fuerza mental que desarrolló en su carrera como gimnasta.
La naturaleza metafórica de los aparatos propios de la rítmica -cinta, cuerda, mazas, pelota y aro- irrumpió también con toda su belleza, para recordarle lo que aprendió de ellos y cómo aprovecharlo para construir con cimientos más sólidos.
En estas páginas Almudena comparte, con gran honestidad y empatía, el camino que ella misma ha transitado el último año para ayudar a todas esas personas dispuestas a tomar las riendas de su presente.
Habla de cómo el final de un amor puede ser a veces la mejor noticia. De cómo es posible encontrar fuerzas donde no creías, y cómo puedes redescubrirte a ti misma mientras tratas de deshacer el nudo en el que se ha convertido tu vida.
El magnate del ferrocarril Tom Severin es lo suficientemente rico y poderoso para satisfacer todos sus caprichos al instante, por lo que, en teoría, debería resultarle muy sencillo encontrar una esposa perfecta. Así pues, cuando conoce a la preciosa e inteligente Cassandra Ravenel, decide que tiene que ser ella#, pero ninguna Ravenel está dispuesta a casarse si no es por amor.
Cassandra nunca ha conocido a un hombre tan atractivo y persuasivo como él, pero el corazón de Severin es frío como el hielo, y a ella no le interesa verse inmersa en una vida vertiginosa con un hombre carente de escrúpulos y demasiado acostumbrado a salirse con la suya.
Cuando un inesperado enemigo amenaza con destrozar la reputación de Cassandra, Severin aprovecha la oportunidad para convertirla en su esposa. Sin embargo, conseguir su mano no significa conseguir su corazón. Severin pronto aprenderá una importante lección: nunca se debe subestimar a una Ravenel.
La crítica ha dicho: «Si la primera temporada de Los Bridgerton te ha dejado con ganas de más novelas románticas de época, desde aquí me atrevo a recomendar a Lisa Kleypas.» Raquel Moreno, Diario Expansión